Me estaba preparando para salir de viaje con mi mamá a visitar una universidad cuando comencé a experimentar cólicos menstruales dolorosos. Mi período había comenzado el día anterior, pero normalmente nunca tengo calambres, por lo que me sorprendió mucho el dolor. Como crecí asistiendo a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, por lo general soy bastante rápida para orar acerca de las cosas que necesito resolver. Pero esta vez estaba demasiado concentrada en la incomodidad como para pensar en orar. Mi mamá me preguntó qué me pasaba y luego sugirió que llamara a una practicista de la Ciencia Cristiana para que orara conmigo.
Mientras la practicista y yo hablábamos por teléfono, el dolor disminuyó mucho. Tenía miedo de que los calambres arruinaran mi día y el viaje, pero esos temores desaparecieron mientras escuchaba lo que me decía. Ella me dio un himno para que pensara en él, que resultó ser uno de mis favoritos. Es el Himno 148 del Himnario de la Ciencia Cristiana y comienza: “No teme cambios mi alma / si mora en santo Amor”. Otra línea que me encanta dice: “No habrá necesidad, ni cosa que yo ansíe / si aquí el Pastor está” (Anna L. Waring).
Me di cuenta de que no podía carecer de salud ni plenitud, ya que Dios siempre está conmigo y cuidando de mí porque es el Amor omnipresente. En la Escuela Dominical había aprendido que nuestra relación con el Amor divino significa que Dios nos ama y nos mantiene y que como expresión del Amor siempre expresamos las cualidades de Dios, como plenitud y alegría.
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