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Para sanar la infidelidad

Del número de mayo de 1983 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

The Christian Science Monitor


Probablemente ninguno de nosotros podría afirmar que está totalmente libre de caer en la infidelidad, en el sentido más amplio de lo que eso significa. Quizás nuestra necesidad es sencillamente procurar ser más fieles en cumplir con pequeñas promesas hechas a nuestros hijos o con los compromisos que nos hemos hecho a nosotros mismos de ser más generosos, o más amables o más estudiosos.

Pero un número cada vez mayor de gente hoy en día se encuentran fallando en el cumplimiento de sus votos matrimoniales. Si bien habrá algunos que se encogen de hombros ante esta situación porque consideran que la infidelidad está a la par con nuestros tiempos, otros están bien despiertos a los efectos devastadores de este mal para la familia y para la sociedad. Y algunos están sanando situaciones discordantes en el hogar por medio de la oración.

A menudo las tentaciones son destruidas antes de que germinen; expulsadas antes de que las acciones erróneas (y las raíces de culpa, amargura y resentimiento) se apoderen de la situación. En otras ocasiones, la curación requiere una larga lucha, y exige de ambas partes una reforma fundamental del carácter y de la actitud. El individuo, la familia, la sociedad misma, se benefician enormemente cuando triunfa la curación espiritual, cuando ésta vence la propensión a pecar y previene el naufragio que el pecado tan a menudo deja atrás.

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