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Busquemos la verdad en Dios, no en un mundo de ilusiones

[Original en francés]

Del número de agosto de 1980 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Los profetas de antaño, leales a la realidad de que hay un solo Dios, advirtieron a la gente que debían precaverse contra el ocultismo, el cual se origina en las nieblas de la idolatría. “Y si os dijeren: Preguntad a los encantadores y a los adivinos, que susurran hablando, responded: ¿No consultará el pueblo a su Dios?” Isa. 8:19; preguntó Isaías. El mundo de las ilusiones parecía ejercer una poderosa atracción en los seres humanos de aquella época. ¡Y todavía lo hace!

El ocultismo — la adivinación, el sortilegio, la astrología, la magia, el espiritismo, el hipnotismo, etc.— todavía está muy latente en el pensamiento del mundo. En un período de tecnología avanzada esto parece paradójico. No sólo personas sencillas y jóvenes frívolos se dejan seducir, sino también algunas de mejor criterio. Hechizos, fascinación, encantamiento.. . ¡cuán atrayente puede parecer el sucumbir a ellos y escapar así, como por arte de magia, de la angustia, las ansiedades, y los sufrimientos de la vida! Parece fácil poner al cuidado de otros nuestros problemas, a un “especialista”, por así decirlo, y aguardar confiados a que una feliz solución se realice con la ayuda de algún fenómeno esotérico. No obstante, tarde o temprano encontraremos que la ilusión tiene corta vida y que despertar de la ilusión es amargo.

Por otra parte, recurrir a Dios en busca de iluminación requiere un esfuerzo, un despertar espiritual. Cuando estamos profundamente dormidos y sufriendo de alguna pesadilla nos alegramos de que nos despierten, pero cuando el sueño es agradable es posible que no queramos despertar. No es de sorprenderse que la Sra. Eddy declare en Ciencia y Salud: “Más vale el sufrimiento que despierta la mente mortal de su sueño carnal, que los falsos placeres que tienden a perpetuar este sueño”.Ciencia y Salud, pág. 196;

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