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Ser lo que más se necesita

Del número de marzo de 2017 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Publicado originalmente en el Christian Science Journal de Agosto de 2016.


Hay un refrán que dice: “Si lo único que tienes es un martillo, todo te parecerá un clavo”, lo cual ilustra la lamentable tendencia del pensamiento humano a suponer que una forma arraigada y prescrita de hacer las cosas puede aplicarse con eficacia a cualquier problema que enfrentemos. Por supuesto, lo que se necesita es tener la honesta y humilde disposición de considerar cualquier problema y discernir lo que realmente se necesita, en lugar de suponer desde un principio cuál debería ser la solución. Lo que somos se ve en lo que pensamos y hacemos. Nadie quiere ser la expresión de conclusiones o hábitos automáticos de pensamiento. Lo que más se necesita es que cuidemos de nosotros mismos de una manera muy profunda, a fin de estar siempre listos para escuchar y ser esa nueva respuesta y contestación del amor.

Los médicos están aprendiendo gradualmente que el protocolo médico que alivió a determinado paciente de cierta enfermedad posiblemente no funcione para otro paciente con la misma enfermedad. Lo mismo ocurre con el tratamiento metafísico de la enfermedad. La inspiración que produjo la asombrosa curación de una situación puede que resplandezca de tal manera en nuestros corazones que tal vez queramos continuar usando la iluminación que tuvimos ayer para lidiar con la oscuridad de hoy. Pero no funciona. La exigencia es ser lo que más se necesita hoy, no ser aquello con lo que nos sentimos más cómodos o de lo que estamos más humanamente convencidos.

Los conflictos entre la gente y las naciones con demasiada frecuencia se prolongan porque las personas son consumidas al querer estar “en lo correcto”, y convencer al lado contrario de esto, en lugar de preguntarse con toda sinceridad: “¿Qué es lo que más se necesita aquí y ahora mismo?” La curación mediante la oración con mucha frecuencia se retrasa debido a la tendencia de lanzarse a orar afirmando con desesperación todas las cosas “que sabemos acerca de la Verdad”, en lugar de pedir con confianza y sinceramente al Amor divino que nos muestre qué debemos saber de la Verdad, y cómo podemos ser la expresión de la Verdad en este momento.

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