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¡Abejas, váyanse a su casa!

Del número de enero de 2003 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Me llamo Davi y tengo 5 años. Un día, estaba comiendo yogur durante la merienda y había unas abejas cerca. Entonces las abejas se pararon sobre mi cabeza. Oré a Dios para que hiciera que las abejas se alejaran, y se fueron. Creo que regresaron a su casa, y no me picaron para nada.

Yo también oro por mis amigos y por otra gente. Un día, mi amigo Olivio salió corriendo de la pizzería para tomar el autobús, y se cayó y se lastimó la rodilla y el brazo. Cuando lo vi, pensé: “Yo voy a orar a Dios y se le va a pasar el dolor”.

También oré por Olivio en la escuela. La maestra le puso una venda. Cuando Olivio regresó a la escuela al día siguiente, ya no le dolía la rodilla. Eso es porque Dios es bueno.

Aprendí que Dios es Amor y es el Bien. Él nos protege. Yo sé que Dios sana.


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