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“Todos mis caminos te son conocidos”

Del número de agosto de 2014 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Vivimos en un mundo en constante cambio e incertidumbre, donde muchos están preocupados por su futuro. Tal vez sientan que su éxito y felicidad dependen de la compañía para la que trabajan, el medicamento que toman, o el consejo de un psicólogo. Sin embargo, nuestra paz, nuestra salud, nuestra provisión diaria, nuestra habilidad para tener una vida productiva, depende totalmente de Dios, no de opiniones humanas o esas otras cosas.

Dios es por siempre la única fuente de todo el bien, incluso de nuestro progreso, nuestras relaciones y nuestras alegrías. La Mente infinita nos ha dado la capacidad de percibir esto y de buscar Su guía y ver el reino de los cielos ahora mismo.

La Biblia cuenta la historia de una mujer que se queda viuda, con deudas y sin dinero, y los acreedores quieren quitarle los hijos para llevárselos como siervos. Entonces recurre al profeta Eliseo quien le pregunta “¿Qué tienes en casa?”, y ella se da cuenta de que tiene una vasija de aceite (véase 2° Reyes, Cap. 4).

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