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Web Original

Provisión que no depende de ciclos económicos

Del número de agosto de 2018 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 11 de junio de 2018 como original para la Web.


A mediados de la década del 2000, decidí cumplir con el deseo tan anhelado de trabajar por mi cuenta. Desarrollé un plan que me permitiría trabajar medio tiempo en mi proyecto, formé una compañía, alineé mis finanzas, y compré un terreno costoso para mi nueva aventura, que era construir una casa ecológicamente sostenible para vender. Cuando me preparaba para dar el siguiente paso, se produjo la “Gran recesión”. El terreno perdió su valor considerablemente, los precios de las viviendas se vinieron abajo, y mi idea de construir ya no era financieramente viable. Parecía que mi idea inexperta de tener un negocio había sido planeada en el momento menos oportuno, y se había enredado con el ciclo de abundancia y escasez, víctima de la depresión económica. El empleador de mi trabajo de tiempo completo también fue afectado, y mi puesto requería que yo estuviera íntimamente envuelto en hacer los ajustes que permitieran que la corporación se mantuviera financieramente saludable, mientras evitaba los despidos y continuaba brindando los servicios, aun a aquellos que estaban luchando económicamente.

Como Científico Cristiano, había aprendido que nuestra sustancia proviene del Espíritu, Dios. Esta idea se encuentra en la Biblia, y nos dice que Dios creó todo con Su Palabra (por ejemplo, en Génesis 1:26 leemos: “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza”). La Palabra de Dios debe ser espiritual, porque Dios es Espíritu (véase Juan 4:24), lo que significa que nuestra sustancia es verdaderamente espiritual. Por lo tanto, nuestra provisión del bien no se basa en condiciones económicas o materiales, sino que es, en cambio, una gracia espiritual que se brinda a cada uno de los hijos de Dios.

Cristo Jesús conocía tan bien la sustancia espiritual que en dos ocasiones alimentó a muchos miles de personas con muy pocos panes y peces (véanse Marcos 6:34–44 y Marcos 8:1–9). Otros personajes de la Biblia de pensamiento espiritualizado también probaron que su abundancia provenía de Dios. Por ejemplo, Job enfrentó pruebas muy severas cuando lo perdió todo. Pero él se negó a perder su fe en la bondad de Dios, aun cuando cuestionaba enfáticamente porqué razón había perdido a su familia y sus posesiones. Soportó su tribulación con paciencia y aprendió una valiosa lección y como resultado su abundancia original fue duplicada.

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