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Original Web

El Cristo libera el pensamiento aprisionado

Del número de noviembre de 2019 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 2 de agosto de 2019 como original para la Web.


¿Te has sentido alguna vez cautivo, por así decirlo, debido a circunstancias que están fuera de tu control? Tal vez la mala salud o una letanía de errores pasados te han robado la alegría o limitado la obra de tu vida. Ciertamente es así como muchos reclusos en las prisiones que he conocido han descrito la manera en que se sienten. Pero en mi trabajo como voluntaria de la Ciencia Cristiana en un establecimiento penitenciario, he visto de primera mano que muchas de estas personas, que buscan y anhelan ser redimidas y sanadas, han encontrado verdadera libertad y alivio de cargas físicas y mentales por medio del poder del Cristo como lo revela la Ciencia Cristiana. 

En toda la Biblia podemos leer acerca de la capacidad de Dios para liberar a Sus hijos del cautiverio y Su promesa de hacerlo. En el libro de Isaías se encuentra este estímulo y promesa para el pueblo hebreo respecto a su liberación del cautiverio en Babilonia: “Ensancha el lugar de tu tienda, extiende las cortinas de tus moradas, no escatimes; alarga tus cuerdas, y refuerza tus estacas. …Porque los montes serán quitados y las colinas temblarán, pero mi misericordia no se apartará de ti, y el pacto de mi paz no será quebrantado —dice el Señor, que tiene compasión de ti” (54:2, 10, LBLA). Estas palabras deben de haber fortalecido la fe del pueblo en el amor de Dios y en Sus promesas de libertad.

Ya sea que nos encontremos literalmente detrás de las rejas o sintiéndonos figuradamente aprisionados por alguna circunstancia difícil, la luz del Cristo —el mensaje salvador y sanador de Dios a la humanidad— tiene total autoridad y poder para anular toda forma de pensar limitada o pecaminosa, y “ensanchar el lugar de [nuestra] tienda”: nuestra consciencia. Por ser el Hijo de Dios, Jesús reflejaba plenamente la presencia divina del Cristo, o la Verdad, y él indicó la forma divina de liberarnos verdaderamente de aquello que parece mantenernos cautivos. Él dijo: “Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:32). Jesús enseñó y probó la verdad de la existencia, sacando a la luz la naturaleza del todo amorosa y omnipotente de Dios como Espíritu y el hecho eterno de que el hombre es la idea espiritual de Dios. Estas verdades nos liberan de la creencia en falsedades acerca de nosotros mismos. 

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