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Web Original

¿Desempleado? ¡Jamás!

Del número de noviembre de 2018 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 27 de septiembre de 2018 como original para la Web.


Después de haber trabajado dieciocho años en mi carrera como educadora de primera infancia, me encontré sin trabajo. Un día, era directora de una escuela de doscientos niños, y de pronto me transformé en tutora con salario mínimo. Mi esposo había aceptado un puesto que le habían ofrecido en Hong Kong, y aprovechamos la oportunidad de vivir en otro país. Él había encontrado el trabajo más importante de su carrera, mientras que para mí era lo opuesto. Nos habían advertido que el único trabajo para la esposa de un expatriado era ser tutora o grabar doblajes de voz. Así que opté por ser tutora. No obstante, al cabo de una semana supe que ese no era mi lugar correcto.

En vez de sentirme frustrada o temerosa, recurrí en busca de guía a la única fuente de toda sabiduría: Dios, la única Mente. Había aprendido que poner a Dios primero siempre nos coloca en el camino correcto. Pensé que mi propósito en la vida era glorificar a Dios al expresar Sus cualidades, lo que a su vez bendeciría a otros, y de esa forma cumpliría con los dos grandes mandamientos que indicó Cristo Jesús: amar a Dios y amar a nuestro prójimo. Sabía que Dios quería que usara todos mis talentos, no solo una pequeña parte de ellos, así que Él me daría la oportunidad de expresarlo. Esto tenía mucho sentido para mí y me reconfortó mucho.

Me vino el mensaje angelical (un pensamiento de Dios) de que buscara trabajo en el periódico local, algo que nunca había hecho antes. Vi un anuncio de solo dos líneas que decía: “Se necesita gerente general para seis escuelas preescolares, Montessori y tradicional”. Esa era precisamente mi especialización. Llamé al número que indicaba el anuncio y me dijeron que fuera inmediatamente para tener una entrevista. Me reuní con la dueña de esas seis escuelas, quien me dijo que ya se había dado por vencida en encontrar a alguien que ocupara su lugar para que ella pudiera regresar a Inglaterra. Fue entonces que se le ocurrió poner un anuncio más en el periódico, y ese era el anuncio que vi. Me dijo que necesitaba a alguien que supervisara seiscientos estudiantes y alrededor de cuarenta maestros.

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