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Consuelo para Boston

Las bombas en el Maratón de Boston el lunes por la tarde dejaron una ciudad en busca de consuelo.

De The Christian Science Monitor - 15 de abril de 2013


Los maratones, incluso el de Boston, son una celebración al valor, la resistencia, la fortaleza, la libertad y la alegría, y no podemos permitir que las bombas que explotaron en el maratón de este año tengan la última palabra.

La libertad no puede ser oscurecida por el temor, y el amor no puede ser reemplazado por el odio. Nuestras oraciones —dondequiera que estemos, cualesquiera sean nuestras creencias religiosas— pueden probar esto. Al orar podemos abrazar en nuestros corazones y pensamientos a todos aquellos que han sido heridos, a las familias que han perdido a sus seres queridos, y a aquellos cuya alegre participación ahora puede parecer ensombrecida por el temor y la tristeza.

Para todos ellos, y otros, el consuelo del Amor divino está presente, en este momento, y es un poderoso redentor. La palabra “confortar” deriva de dos palabras latinas (cum + fortis) que quieren decir “con fortaleza”. Este es el tipo de consuelo que está presente para aquellos que han sido directamente afectados, para la policía y otras autoridades que están tratando de encontrar soluciones, para todos aquellos que están de alguna manera relacionados con este suceso.

Dios, el Amor divino, con su fortaleza está con todos los afligidos por su pérdida. El profeta Isaías, quien también tuvo que enfrentar violencia, habló por experiencia cuando dijo de Dios: “Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros” (Isaías 66:13). 

El Amor divino con su fortaleza habla a todo aquel que tiene temor, incluso a los visitantes de la ciudad que quizás se sientan desorientados en un lugar desconocido. La presencia del Amor los conforta, guarda y guía para tomar decisiones inteligentes, para sentirse seguros y en paz.

Dios, la Verdad divina, con su fortaleza está con aquellos que buscan respuestas a estos sucesos, y también están tratando de traer paz y seguridad a la ciudad.

Cada uno de nosotros puede rechazar con fortaleza la creencia de que la oscuridad mental detrás de esos sucesos pueda despojar del bien y llenar de angustia y temor a la gente. Nuestras oraciones pueden insistir en que el amor de Dios está presente y que este amor jamás puede ser separado de ninguno de Sus hijos. En su libro “Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras”, Mary Baker Eddy escribe “…Jesús enseñó que el reino de Dios está intacto, es universal, y que el hombre es puro y santo” (pág. 477).

Dadas las numerosas situaciones que enfrentó Jesús —incluso terrorismo en su propia época— su inamovible convicción en el poder de Dios para sanar aun en las circunstancias más desesperadas, brinda esperanza y fortaleza a todo aquel que ama a Dios y ora para que Su bondad sea manifestada ahora mismo, en esta época. La convicción de Jesús de que Dios podía responder a cualquier necesidad, puede fortalecer nuestras oraciones. Él no tenía simplemente la esperanza de que la bondad de Dios prevalecería, él tenía la certeza de que lo haría. Detrás de esta convicción estaba su consciencia del Cristo que, como explica la Ciencia Cristiana, es la relación espiritual entre Dios y el hombre, entre el Amor infinito y su descendencia espiritual.

El poder del Cristo que respaldaba la obra sanadora de Jesús está presente en cada hombre, mujer y niño, en Boston y en todas partes. Este es el poder que conforta a los que lloran, no sólo con un abrazo (por más tierno que sea), sino con algo más: Este poder era y es un consuelo “con fortaleza”.  

Este es nuestro consuelo, y el consuelo que nuestras oraciones pueden traer a todos.

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