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Las cosas no tienen por qué empeorarse

Del número de agosto de 1976 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En Ciencia y Salud, en su muy práctico capítulo intitulado “La Práctica de la Ciencia Cristiana”, la Sra. Eddy hace esta advertencia: “Jamás digáis de antemano cuánto tendréis que luchar en el caso, ni fomentéis en la mente del paciente la expectación de que habrá de empeorar antes de que pase la crisis”.Ciencia y Salud, pág. 396; Jamás es necesario que el mal o el sufrimiento se prolonguen o que las cosas empeoren antes de mejorar.

Sea que el caso tenga que ver con un cuerpo enfermo o con un negocio enfermo, una relación personal enferma o una sociedad enferma, el momento de esperar su curación y de empezar a trabajar para que se efectúe es ahora. Ésta es una exigencia de la Mente divina; y respondemos a ella no con un mero esfuerzo de la mente humana sino comprendiendo que reflejamos la Mente divina y su irresistible ley de progreso.

La narración bíblica sobre la huída de los israelitas de Egipto relata cómo se encontraron entre el Mar Rojo y los egipcios que los perseguían. Moisés les dice a los israelitas que se estén quietos y vean la salvación de Dios, que vean a Dios luchando por ellos. Esto pudo haber sido una señal para que se atrincheraran, oraran a Dios, y esperaran a que la situación se resolviera por sí misma.

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